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Imagen 1.

Chaverri, Felipe. Serie de variaciones en la disposición de objetos en el interior del pabellón, (2016).

Campamento militar y pabellón: 
una mariposa.

Felipe Chaverri | dic. 19, 2016.

La palabra pabellón se construye a partir de un vocablo francés, “paveillon”, la cual se deriva del latín “papilio” (mariposa), lo cual atañe a una tienda de campaña militar con una estructura que permitía desplegarse para proporcionar cobijo a un área de estar, reunión y trabajo, la cual los romanos asemejaban o comparaban con un insecto alado como el de la mariposa (Corominas 1987, 431). Posteriormente, el término se asoció a las glorietas, las cuales son modestas construcciones localizadas en los jardines, hasta llegar a asociarse más banalmente con el término “quiosco” (RAE 2016, base de datos).

 

Esta breve reseña histórica sobre el vocablo delimita una condición contextual implícita del pabellón: es un objeto que está aislado. Lejos de ser un objeto integrado a un sitio, es uno que se confronta al mismo, debido a que al aislarse, al “ser isla”, se separa del “resto de agua”. Asimismo, esto implica que se anule el contexto al homogeneizarlo totalmente como un “resto de agua” o materia uniforme.

En la arquitectura, esta condición de aislamiento se ha asumido no solo para discutir con el sitio, sino para proyectar la misma arquitectura: el objeto se aísla al ser de una u otra forma particular, usualmente por su materialidad (desde el siglo XIX como el Palacio de Cristal de Londres en 1850 hasta la época contemporánea como el Pabellón Suizo o “Sound Box” en la exposición del 2000 en Hanover). Este ligero giro, o evolución tanto del término como el objeto, dio paso a que un pabellón se trate como un lugar o pretexto para experimentar debido a que el motivo del mismo no es realmente el programa o contexto, sino su propia arquitectura.

Elaborar un proyecto en el cual su objetivo sea un pabellón en su sentido más militar, el “papilio”, daría partida a un ejercicio arquitectónico que se preocupe estrictamente por la producción de mecanismos de pliegue y despliegue para dar cobijo a alguna actividad––en el presente caso una exhibición de ejercicios artísticos––. No obstante, el ejercicio se toma como punto de partida para explorar otras inquietudes.

El lenguaje común con el cual se abordaría la operatividad del proyecto (planimetría de especificaciones técnicas de diseño) se busca yuxtaponer o contrastar con otras maneras tal vez más lejanas de proyección, como la fábula y la construcción de dibujos que litigan su naturaleza entre lo arquitectónico o lo artístico, provocando un debate para reflexionar cual es el lugar desde el cual se proyecta un ejercicio arquitectónico y el lenguaje con el que se presenta. Se adoptó un ejercicio de proyección doble: una gráfica compuesta por una serie de dibujos y un modelo, y otra literaria compuesta por una fábula. Las dos proyecciones poseen tanto argumentos técnicos arquitectónicos como artísticos con el objetivo de confrontar dichos lenguajes que se suponen dicotómicos para especular el límite entre los mismos.

––Dos extractos de fábula.––

“¿Y quién te dijo que declamases qué es el arte? Caja perita –asesta de nuevo el niño, que al tocar uno de los vidrios de la marquetería metálica mediante su tacto lozano, mueve la misma e impresionado aprende que todos aquellos marcos detallados con obras pictóricas efectivamente se mueven, profesionalmente, pues danzan rotando sobre un eje central en trescientos sesenta grados y luego incluso pueden moverse completamente sobre otro eje longitudinal, hasta llevarlos todos hacia los extremos y dejar el espacio vacío, o casi. Entonces comienza a jugar, mueve los paneles raudamente, que se construyen mediante un marco metálico con poleas y cuerdas a las que se enganchan platinas con grapas atornilladas en las que se colocan las obras. Entra dentro de la caja. Inmediatamente observa otras cajas pequeñas y cenceñas, nueve prismas que dentro presumen esculturas mediante destellos de cálidas luces. Su mirada cae al piso y está demarcado por dos filas de líneas turquesas a cada lado de las cajas cenceñas, como si tratase todo de escaques y trebejos, ajedrez de piezas artísticas, cavilaciones y experiencias estéticas a la vez, cortejo intelectual de revés”.

“¿Y quién te dijo que podrías desaparecer? Caja mágica –concluye el pebete. Contempla anonadado el espacio que hizo desaparecer en solo unos momentos, pues ahora solo hay un marco escarlata con marcos acopiados en las columnas y dentro prismas alargados de esculturas que pueden danzar entre un piso de concreto pulido demarcado o dividido con líneas turquesas que insinúan cuadros perfectos, pues un tablero. Configura los prismas de maneras distintas a cada momento, y se retira varios metros para observar las distintas configuraciones que abren y cierran accesos. Y entre cada movida descubre detalles en las obras escultóricas. Entonces se percata que tal vez podría estar jugando a una partida ajedrista de arte; en la que las piezas no se enfrentan entre ellas, sino hacia él.”

Obras citadas.

Corominas. 1987. Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana. Madrid. Biblioteca Románica Hispánica. Editorial Gredos.

RAE. 2016. Diccionario de la Real Academia Española. Base de datos. Extraído el 10 de diciembre del 2016 de: http://dle.rae.es/?id=RNnRSIy.

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