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Imagen 1.

Aguilar, Carlos. Serie de elevaciones arquitectónicas para                           (escalas varias), (2016).

Imagen 2.

Aguilar, Carlos. ¿Axonometría?, (2016).

Imagen 3.

Aguilar, Carlos. Elevación, (2016).

Imagen 4.

Aguilar, Carlos. Perspectiva, (2016).

Imagen 5.

Aguilar, Carlos. Perspectiva, (2016).

[1] La palabra Proyecto proviene del latín proiectus y se compone del prefijo pro- (hacia adelante) y el verbo iacere (lanzar).

[2] La palabra objeto proviene del latín obiectus, formada por el prefijo ob- (en frente de) y  el verbo iacere. Un objeto es entonces algo que se coloca en frente de lo que se quiere lanzar, es decir, un obstáculo.

Proyecciones en vano:
Riguroso desplazamiento.

Carlos Aguilar | may. 25, 2017.

Del rigor en la ciencia

 

... En aquel Imperio, el Arte de la Cartografía logró tal Perfección que el mapa de una sola Provincia ocupaba toda una Ciudad, y el mapa del Imperio, toda una Provincia. Con el tiempo, estos Mapas Desmesurados no satisficieron y los Colegios de Cartógrafos levantaron un Mapa del Imperio, que tenía el tamaño del Imperio y coincidía puntualmente con él.

 

Menos Adictas al Estudio de la Cartografía, las Generaciones Siguientes entendieron que ese dilatado Mapa era Inútil y no sin Impiedad lo entregaron a las Inclemencias del Sol y los Inviernos. En los desiertos del Oeste perduran despedazadas Ruinas del Mapa, habitadas por Animales y por Mendigos; en todo el País no hay otra reliquia de las Disciplinas Geográficas.

 

Suárez Miranda, Viajes de Varones Prudentes, Libro Cuarto, Cap. XLV, Lérida, 1658

 

 

 

I

 

La disciplina de la arquitectura es, ciertamente, una disciplina imaginaria, es decir que lidia con imágenes, ya sea desde su producción, ya sea desde su consumo. El arquitecto rara vez trabaja con los edificios –a diferencia de la opinión pública (Evans,2003)- y sí más frecuentemente con formas de proyección como el dibujo, el modelo, la maqueta, el texto, etc. Trabaja siempre con alguna representación, pero casi nunca con el objeto mismo de la representación. Pensar estas herramientas de producción y consumo de imágenes desde otra parte, no desde lo ya pensado,  sino desde lo impensable, a veces a contrapelo de la manera en que se utilizan normalmente supone un desplazamiento de los lugares que tienen asegurados dichas herramientas. Dicho desplazamiento implica, como cuando uno se traslada de un sitio a otro, el dejar atrás ciertas cosas, el llevar otras, el perder algunas. Al fin, una operación crítica y, en algunos casos, el hallazgo de algo inesperado. Esta traslación no supone tener de entrada claridad sobre el lugar de llegada, su interés radica en la acción misma de desplazarse. Éste es incierto, claro está, conlleva consigo un riesgo: el rozar la absurdidad.

 

 

Este          trabajo pretende lidiar con la supuesta eficacia que ciertas herramientas establecidas como canónicas dentro de la praxis de la representación arquitectónica como el dibujo en planta, en elevación, en sección, en perspectiva y en axonometrías. En este caso se plantea un argumento que se apoya en la herramienta de la escala, específicamente cuando esta es aplicada a proyecciones ortográficas bidimensionales, como una operación espacial que posibilita la colocación de dichas proyecciones en distintos espacios: el espacio de la hoja, el espacio de la pantalla, el espacio de… Esta canonización de la herramienta, más a menudo que no, entorpece la capacidad de mirar con extrañeza las mismas formas en que proliferan las imágenes dentro de la cultura arquitectónica.

 

El escalar permite establecer relaciones entre las medidas “reales” de un objeto y su representación. Tal acepción suena, indefectible, eficaz y hasta deseable, pero al aceptarla se presupone que todas las cosas poseen la capacidad intrínseca de ser escaladas y que el resultante de este proceso es una imagen dócil, transparente, legible, muerta del objeto representado. La operación del escalar depende exclusivamente de una medición más o menos correcta del objeto como si al medir se domesticara a dicho objeto. Esto saca a relucir una práctica que se opone a la fricción. Sabemos, que es más fácil trabajar con aquello que no opone resistencia, ¿ y  que ejerce menor resistencia al trabajo que un cadáver? Sin embargo, en determinadas situaciones, existen desbordamientos, que por las condiciones mismas del         , sobrepasan las capacidades de la herramienta, en tanto productora de imágenes dóciles y sobre el operar del arquitecto cuando el problema se desplaza del objeto diseñado hasta las herramientas de proyección. Cuando ocurre un desplazamiento de la docilidad y estas imágenes se ven en la imposibilidad de operar según sus convenciones habituales. Con imágenes dóciles se hace referencia, no tanto a las imágenes per se, pero a la manera en que estas son abordadas, una mirada dócil. Bajo esta mirada, se da la impresión de que las imágenes son comprendidas con relativa facilidad, que su significado ha sido revelado, utilizando una serie de convenciones preestablecidas. Por ejemplo, usted lector(a), que pasa sus ojos sobre estas palabras, lo ha hecho con relativa facilidad por que posee unas convenciones que le permiten orientarse de determinada manera al ver un montón de líneas y puntos sobre una hoja (o pantalla)  dispuestos de tal manera que automáticamente se reconocen como letras, estas letras en palabras, estas palabras en frases de las cuales se desprende un sentido.

Punto de partida: la proyección ortográfica a utilizar es la elevación del         . Es un                         , con una altura de         km. La escala utilizada para colocarlo en el espacio de una hoja de               cm fue de            . Dicha operación coloca al                          y su representación en tensión: hay una resistencia por parte del                          a ser representado (presentado nuevamente). La herramienta empieza a tener conflictos para mostrar lo representado y es su permisividad a ser aprovechada lo que, precisamente, hace que lo “real” se le escurra por entre los dedos. La docilidad se ve desplazada.

 

 

 

II

 

 

D

 

E

 

S

 

 

              P

 

L

 

A

 

 

Z

 

A

 

 

 

 

              M

 

                     

 

 

 

 

 

 

              E

N

 

 

 

 

T

 

 

 

 

 

 

 

 

 

O

 

 

EL uso riguroso de la escala desplaza a la elevación –una proyección ortogonal- hacia otra forma de representación. La elevación se desplaza hasta volverse su propio diagrama, es decir, la reelaboración de una situación con un gesto simple, en este caso una línea recta.

 

Con la aplicación de la misma escala en una proyección en axonometría, sucede algo similar: la imagen resultante se vuelve algo ambigua. No se podría precisar cuál es la naturaleza de esta imagen desde las convenciones de la axonometría, aunque se haya partido de éstas para su elaboración.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            . Podría pensarse que si se usa una escala con un factor de proporción menor, este desplazamiento de lo diagramático cesaría. No necesariamente. El desplazamiento hacia lo diagramático se vuelve imperativo.

Al utilizar la convención de la escala con algo de rigor, se encuentran al menos dos situaciones: En primer término se despoja al          de su posibilidad de ser representado, al fin, de volver a ser presentado en formas tan canónicas como la proyección ortográfica. En segundo término, tenemos una auto anulación de la escala misma, un auto sabotaje, una  inoperabilidad. Podríamos aumentar el tamaño de dicha línea o seguir disminuyéndola, pero el hecho de saber en qué escala se encuentra importa poco (al fin y al cabo seguiríamos teniendo una línea algo más grande o algo más pequeña).

 

Se podría llevar el uso de la escala más rigurosamente hasta que el grosor de la línea se vuelva imperceptible para la mirada. En este caso la herramienta ya no es entonces algo que está ahí para ser usada, para marchar hacia delante con el         , sino que paradójicamente le impide avanzar. La escala se despoja de su carácter proyectual[1] y se vuelve más objetual[2]. La herramienta no está ahí para ser usada a nuestra conveniencia, sino que es y ofrece fricción y resistencia al trabajar con ella.

 

 

¡Cuántas veces hemos cometido la confusión de tomar por proyecciones a objetos que estuvieron ahí mucho antes que nosotros!

 

A este punto sabemos que el          trata sobre un                         , pero no por los diagramas. La docilidad ha sido desplazada y ha sido objetada a la vez.                                                                                     .

Obras citadas.

Evans, Robin. 2007. Traducciones. Madrid. Editorial Pre-Textos

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